lunes, 27 de junio de 2011

El néctar de la felicidad...


EL NÉCTAR DE LA FELICIDAD.

Caía rendida en tu cama
por las largas horas de agonía.

Te sentaste a mi lado,
pusiste tu tímida mano
en mi vientre y
recorriste mi espalda…

Y nuestras bocas
tan cerca del roce…
Del éxtasis, del paraíso…

Interrumpidos por un maullar,
alejamos nuestros rostros
del pecado, en medio de la oscuridad.

Daba igual el por qué,
cómo, cuándo… Éramos simplemente
tú y yo, rodeados por la bruma
de la habitación, iluminados por
el pequeño rayo de luz que se
filtraba por la ventana.

Una vez más,
 me acercaba al néctar de la felicidad,
al menos por una noche…
Tus ojos fijos en los míos,
cuando yo apenas podía mantener
la mirada,
llena de culpabilidad...

De repente,
fruto de la demencia,
de nuestros labios salió una incontrolada
y tentadora fuerza que nos obligaba
a terminar con esto…

Entonces, ambos nos acercamos,
fundiendo nuestras almas
en el más profundo beso, en cuanto
sus carnosos labios hicieron arder
los míos…

“Buenas noches, Nana”.





Wake up...


WAKE UP.

Con la vista puesta en
La nada del soleado horizonte…

Mientras vehemente su pelo
Es empujado por el viento
Sobre su amplia sonrisa,
Tan reconfortable y cálida.

Abrazándome en una heroína
De pura pasión y arrebato…

Mientras de su boca
Surgen todas las palabras que
Calman esta atormentada alma
Para llevarla a la paz…

Haciendo salir a flote
La más grande de
Las sinceras y puras sonrisas.

Sacando de lo más profundo
Lo oculto en mí,
Lo que no sospechan ni intuyen,
Lo que es fruto prohibido,

Deseando…, algún día…
Que en algún momento esas palabras
Que no salen de
Sus desordenados pensamientos
Saquen el valor de donde no lo hay.





sábado, 11 de junio de 2011

Pensar


PENSAR


Y pensar que todos

tus besos se los regalas,

sin importar quién es,

cuándo te pertenece y

por qué la deseas…

sin importar si la amas…


Y sólo pensar que

quizás esta es la Venus

que merece todo aquello

… Tus sonrisas, tus caricias.


Que ese camino que

me lleva hasta tu zona vedada

es recorrido por sus blancas garras afiladas,

que abren tu torso,

sin importar el dolor,

sin importar la sangre.


… Sin importarte yo.


Y sólo pensar que 

soy yo quien merece que

sean tus labios los que rocen

esta fría y pálida piel

para avivarla con la ardiente pasión,

que sean tus manos los que acarician

todo este cuerpo

para su deleite.


Y pensar que son ellos

los que pretenden que

me ría de esta comedia.


... De esta comedia en la que

está prohibido reír.